Para dar por terminado un nuevo libro y como actividad final al respecto de cada lectura, se nos ocurrió que tras leer a algunos autores extremeños, no estaría mal, leer algunos relatos de autores locales de nuestro pueblo.
Diez lectoras compartimos esta sesión para dar vida a unas historias que guardan mucho de nuestros antepasados. Una vida de sacrificio y superviviencia superada por el afán de vivir y criar dignamente a sus hijos.
Para ello seleccionamos algunos fragmentos de los libros: «del remoto al presente (Florencio Machuca),
«Un relato basado en la manipulación de la mujer sin tener voz ni voto en ninguna decisión importante en el pasado y los cambios conseguidos a partir de la aprobacion de la Constitución Española donde la mujer goza de una independencia personal, su inclusión en la vida laboral y respaldadas y amparadas con todos sus derechos».
Reglas infalibles para la salud (Florencio Machuca),
«Un claro reflejo de lo que somos, de como vivimos y como se puede mejorar la autoestima con una vida ordenada de control físico y psíquico para conseguir llegar a la vejez sin perder el entusiasmo y la ilusión».
La memoria recobrada (Catalina Suárez),
La vida narrada bajo los recuerdos de una niña cuando la vida cotidiana se complicó al declararse la Guerra Civil».
«Una preocupación colectiva por el conflicto y por la incertidumbre de lo venidero. Familias con hijos, hermanos o esposos en el frente y en cuyos rostros se dibujaba la tristeza hablando de los acontecimientos de la Guerra».
Seguimos con «Yo también perdí a mi hijo»(Mauricio González),
«Un padre afectado por la pérdida de su hijo mayor a los catorce años de edad. Destrozado por tanto dolor y por tanta impotencia. Un cambio de vida que comparte con los tres hijos que le quedan y que son como una tabla de salvación para afrontar dicho acontecimiento».
Seguimos con «arquitectura en las dehesas de La Serena» de (José Maldonado),
«Una exposición sobre la casa sobre la casa de Perales. Un complejo arquitectónico mandado construir por el Marqués de Perales en la segunda mitad de siglo XVIII. Una planta bastante alargada y rectangular. Conserva tres patios, almacén o pajar para guardar los aperos de labranza. Ropería o lugar donde se amasaba y cocía el pan.Viviendas para el personal que trabajaba en la explotación, para guardas y amos principales además de la gran vivienda de los dueños. Un cortijo señorial con ermita como lugar de culto. Y no podían faltar las viviendas de la servidunbre y personas dedicadas al cuidado de ganado. Este caserío estuvo en pleno uso hasta mediados de la década de los años sesenta del siglo XX, fecha en la que entró en declive».
Y llegamos a «Semblanza La Coronada» de Juan José Arias,
«La incógnita que aún existe sobre el cambio de nombre del pueblo. Hacia 1.580 La Aldehuela cambia su nombre por el de La Coronada y cuyas causas están por esclarecer ; aunque según Dionisio A. Martín Nieto, en unas jornadas de Siseva, expuso que hubo una ermita en la Aldehuela dedicaca a la Virgen Coronada. El pequeño municipio que por aquel entonces se conformaba alrededor de la ermita de La Coronada, se familiarizó con ese nombre y se cree que por esa razón combió el nombre del pueblo.
Logra su independencia en el año 1.638 con la firma de privilegio de villazgo por el Rey Felipe IV. Para ello, los vecinos tuvieron que afrontar el pago fraccionado de 3.800 ducados. Autorizó por espacio de seis años, la venta de la yerba y bellota de la dehesa Boyal, la del pasto del Ejido y la espiga de todo el término. Un año después, en 1.939, Su Majestad confirmaría el privilegio extendiendo la célebre Carta Puebla, que custodia el Ayuntamiento».
Despúes algunas lectoras narraron historias escuchadas repetidas veces en sus casas y que rescataron de la memoria guardando aún, algunos resentimientos familiares.
Y con la foto familiar quedó constatado nuestro compromiso con el fomento de la fácil lectura.