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Pregón. 23 de agosto de 2014. La Coronada.

 

¡Quién me iba a decir a mí que hoy tendría el inmenso honor de dirigirme a mi pueblo como pregonero de las fiestas de San Bartolomé 2014, con la Virgen de la Piedad extendiendo su manto sobre todos los coroneles¡ ¡Ni en mis mejores sueños¡. Pero es cierto y me he tenido que pellizcar varias veces para creérmelo. Sí, queridos paisanos, aquí estoy merced a la confianza depositada en mí por la corporación municipal en general y por su dinámico Alcalde, en particular. Gracias y espero no defraudaros. Ojalá que pueda estar a la altura de los importantes pregoneros que me han precedido en esta tarea.

 

Prácticamente todos me conocéis y muchas de las personas aquí congregadas me lleváis “soportando” 37 años.

 

Mis palabras en esta noche festiva quieren ser un homenaje a La Coronada y a sus gentes: por eso dedico este Pregón a los coroneles y coronelas, jóvenes y mayores, que trabajaron brillantemente en el pasado de nuestra población; a todos los que dinamizan el presente y que están contribuyendo a la modernización de nuestro pueblo y a todos los coroneles y coronelas, de origen y de adopción, que con ilusión ganarán el futuro. Mi gratitud infinita a todos vosotros por haberme ayudado a crecer como persona, a formarme como profesional y a ejercer como ciudadano.

 

Mi niñez estuvo marcada por éste, nuestro pueblo y por la muerte temprana de mi madre. Fui muy feliz en mi época escolar y de sus comienzos, en el aula de la plaza, tengo un recuerdo especial cuando esperábamos impacientes, con nuestros vasitos plegables, el reparto de la leche en polvo (eso también se llama crisis). Luego pasé a las escuelas de Santa Lucía (hoy buque insignia de la docencia en nuestro pueblo), para posteriormente rematar en las aulas de la calle Saavedra, parque en la actualidad.

 

Los maestros, que es como les llamábamos antes, que más me han marcado han sido: D. Manuel González, con sus preguntas para ver quién ocupaba el primer puesto en clase; D. Manuel Castilla, con su francés, que en los años 70 era toda una inmersión lingüística en La Coronada; D. Narciso, con su humor socarrón; y, sobre todo, mi tía Micaela, que gracias a su espartana exigencia me enriqueció cultural y personalmente y me educó en el rigor y en la disciplina.

 

En aquella maravillosa época, cuando cursaba octavo de educación general básica, la representación de la obra teatral “Nuestra Natacha”, con mis compañeros de clase, me brindó la oportunidad de estrenarme como “actor”. Eran los tiempos en los que Heidi y Mazinger Z estaban en todo su esplendor televisivo.

 

¡Cuántas horas jugando a los bolindres, a la perinola, al mocho y a los platillos de las botellas de cervezas y refrescos! Jugábamos detrás de la iglesia, en el corralón, en los alrededores de la laguna y cualquier sitio era bueno para juntarnos los amigos y echar unos ratos inolvidables que se aprecian más cuando la cortina de los años va corriendo el telón de nuestras vidas.

 

Llegó el momento de tener que salir a cursar BUP y COU fuera del pueblo y yo elegí el Instituto Luis Chamizo. Para mí fue más especial que para otros críos de mi edad ya que comencé a trabajar como botones en Banesto y tenía que asistir a clases nocturnas teniendo que separarme de mis compañeros y amigos, pues éstos iban por la mañana.

 

¡Juventud, divino tesoro! En aquella época, además de trabajar por la mañana, repartir las cartas del banco por la tarde y asistir a clases por la noche, compaginé todo esto formando parte del Grupo de Bailes Regionales (con Daría al frente) y jugando al fútbol en el equipo juvenil de nuestro queridísimo C.P. San Bartolomé. Me daba tiempo para hacer todo esto y jugar al futbolín en el Bar Frenazo, otra de mis pasiones de adolescente.

 

¡Cuántos viajes para dar a conocer nuestra jota de la romería o redonda, los colorines o la jota antigua por toda la geografía extremeña, española e incluso portuguesa! Aún tengo en mi mente el concurso de folklore que ganamos en Medellín teniendo un premio de 70.000 de las antiguas pesetas. Las faldas de lentejuelas de nuestras bailarinas se movían de maravilla enseñando sus enaguas por los escenarios y representando a nuestro querido pueblo de La Coronada con todo el orgullo que se siente por haber nacido en él.

 

El equipo de fútbol del San Bartolomé es otro icono al que quiero dedicar unas palabras porque también ocupó un lugar preferente en mi época de juventud y supone un enriquecedor ejemplo de espíritu de superación colectiva. Gracias a un grupo de coroneles “echaos p’alante”, encabezado por Plácido Arias y Antonio Arias “Currillo”, lo que comenzó siendo un campo de cañas es hoy un estadio de césped del que tenemos que sentirnos dichosos todo este ejército que no tiene ni un solo soldado raso, ya que todos tenemos la graduación de coroneles y coronelas. Los partidos en casa eran un auténtico espectáculo con aficionados como Paco Cézare, y como no Pepa la Vaquera con su torrente de voz que se oía en todo el campo.

 

Atrás quedaron La Alberca (hoy pista polideportiva y pabellones para la feria ganadera). El Cerro de la Horca (barrio de Santa Ana en la actualidad) y un sinfín de campos de fútbol en los que jugué con toda la chavalería de nuestro pueblo, importándonos bien poco las peñas o piedras de las que estaban sembrados.

Ya de mozalbete conocí el cine de Cabiche, y su posterior transformación en pista de baile, la discoteca de verano de Cabanillas, el baile de Baltasar y, por supuesto las discotecas Yeyos y Delfos, que tenían a Nicanor (coronel que tanto hizo por el pueblo) como pinchadiscos (hoy D.J.). Actualmente en el solar de esta última se asienta la Casa de la Cultura. Qué recuerdos de los bares: El Frenazo, El Maleta, El Turismo, el Pub y los últimos años de Patillas y La Gorda! Todos están unidos intrínsecamente a mi persona y cuando rebobino en mi mente, los buenos recuerdos afloran por doquier.

 

Si con el fútbol y los bailes regionales el contacto con la gente fue importante, la profesión a la que accedí con 14 años como empleado de banca, gracias a mi padre que durante más de 20 años fue corresponsal cediéndome el testigo, elevó a la enésima potencia mi relación con los coroneles y coronelas, manteniendo una simbiosis entre ellos y yo, que no sabría explicar con palabras. El “feeling” es mutuo, nos respetamos, bromeamos, nos enfadamos pero estamos ahí porque nos necesitamos. (Y es que las 2 partes tenemos “crédito”.)

Hay una anécdota que recuerdo de un cliente que al aperturarle una cuenta me dijo, al salir por la puerta: “que digo que me habréis abierto la cuenta a “todo riesgo”. Lógicamente se refería a libre disposición”

 

El grupo musical Amaral dice en una de sus canciones: “sin ti no soy nada”. Yo, sin vosotros, no soy nada, pero mucho antes de que lo dijera Amaral. Mi trabajo diario me permite tratar con personas de todas las edades, con las que aprendes y te enriqueces permanentemente, mientras que aguantan estoicamente las colas en el patio de público en el Banco de Santander (antes Banesto). Mi primer maestro en esto de los números fue Diego Arroba, de quien tomé buena nota y al que le debo mucho en estas lides.

 

Un hecho que me entristece es el azote inmisericorde de la crisis que castiga enormemente a nuestro pueblo, pero como somos luchadores saldremos de ella porque no nos arredramos fácilmente ante las dificultades. A pesar de ello, seguimos cumpliendo con nuestras obligaciones, que son atendidas puntualmente, lo que dice mucho en favor de nuestros paisanos mostrando su honradez y su nivel de cumplimiento incluso en las condiciones más adversas.

 

Quería agradecer públicamente a todas las corporaciones municipales que he conocido desde mi ingreso en el banco en 1976, con sus alcaldes al frente, el trato exquisito que me han dispensado, tanto profesional como personal, el cual me ha facilitado sobremanera mi trabajo. Mi agradecimiento también a todos los funcionarios del Ayuntamiento, que siempre han estado cuando les he necesitado y han colaborado conmigo en todo momento.

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Y de mi familia sólo tengo que decir que es el pilar de mi existencia. Me acuerdo en estos momentos de mis padres, que desgraciadamente no están con nosotros, y les abrazo en la distancia. Un fuerte abrazo a mis hijos y les confieso en público lo mucho que los quiero. Mi familia y la legión de amigos que poseo son lo que dan sentido a mi vida.

 

Ya he dado un somero repaso al libro de mi vida y a mi educación sentimental. Solo me queda despedirme deseando a todos los coroneles reunidos aquí en la plaza, a los que están en sus casas, a los que no han podido venir por motivos de salud o por cualquier otra circunstancia, a los que desgraciadamente ya no pueden estar con nosotros y a todos los emigrantes que nos acompañan un FELIZ SAN BARTOLO 2014 .Que la Virgen de la Piedad, tal como decía nuestro recordado don Antonio, el cura, y ahora nuestro querido D. Juan Santana, nos proteja a todos y que reine la concordia siempre y especialmente durante las fiestas.

 

Un día, Ángel Calvo, padre del malogrado futbolista Joselete, en un partido del Trofeo de San Bartolo espetó a la concurrencia: “Jacinto (árbitro de Campanario que dirigía el partido) pita ya el final que nos tenemos que ir a La Velá”. Lo mismo os digo yo: con esto acabo el pregón que nos tenemos que ir todos a La Velá.

 

Gracias a todos, buenas noches y Felices fiestas.

 

¡VIVA LA VIRGEN DE LA PIEDAD! ¡VIVA SAN BARTOLO! ¡VIVA LA CORONADA!

 

José Manuel Arias Cerrato.

 

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